María
José Ospina López
Universidad Javeriana
Información y Documentación
Martes y Jueves 4-6 p.m
Reflexión tema semanal
Creemos saberlo
todo, entenderlo todo. Leemos un texto y lo hacemos a medias confiados de que
así igual podremos dar cuenta de lo que leímos y entender los conceptos ahí
expuestos. Somos perezosos y quizá eso es algo que hemos derivado de internet,
de Google, de la necesidad de inmediatez. Para que leernos un documento de 20
páginas cuando podemos leer la idea principal en dos párrafos de Wikipedia. Nos
acostumbramos a lo rápido, a lo corto, a lo que está ahí “por encimita”. Al
menos me atrevo a hablar de la mayoría.
Hasta que
llegamos a un punto donde lo inmediato no es suficiente, donde necesitamos
información de calidad, fuentes confiables, conceptos bien desarrollados. Nos
damos cuenta que la calidad es lo que hará la diferencia, nos hará mejores y
diferenciará nuestros trabajos del de los demás. Comenzamos a hacer parte de un
mundo donde la competencia es cada vez mayor y la necesidad de resaltar se vuelve
obligatoria. En un mundo lleno de oportunidades, gracias al internet, ya no
basta con saber dos idiomas, tener un pregrado y ser medianamente “avispado”
para conseguir un buen puesto, se necesita mucho más.
Así las cosas,
suena lógico entender los niveles de la información para así entender el nivel
que se requiere hoy en día, dentro de las muchas otras cosas necesarias. Comenzamos
con lo litera, lo explícito, lo que esta textual ahí. Seguimos con la
inferencia, abarcando ahora lo implícito que requiere asumir, extraer y
derivar. A este nivel le sigue el intertextual donde ya hay una conexión entre
textos, teorías y autores. Llegando así al último nivel
Analíticos/Críticos/Propositivos donde es necesaria cierta autonomía en el
aprendizaje para poder ir más allá y ser capaces de crear con esa información
que tengo a mi alcance.
Ahora la cuestión
está en ¿qué tan competentes informacionales somos? ¿qué hacemos con la
información que tenemos? Nuestra responsabilidad está en el último nivel, como
profesionales ser convierte en una necesidad ser capaz de proponer a partir de
una posición crítica lo que sea que se este analizando. La pregunta es:
¿podremos llegar a esto a partir del primer link? ¿alcanzaremos este nivel con
lo obvio, lo que está en la primera página? Yo creería que no hay posibilidad.
En este punto, es
importante entender esta competencia informacional del lado de la tecnología,
no solo desde el ámbito académico y profesional como lo veníamos haciendo sino
también desde un lado más personal y cotidiano. Plataformas como Google, Icloud
y Facebook hacen parte de nuestra realidad permanentemente. Ahí lo tenemos
todo, lo que ya existe (fotos y archivos), lo que estamos buscando (todo tipo
de información) y a partir de estos surge la posibilidad de crear cosas nuevas
(no hay límites para la creación). Todo lo bueno, pero…. ¿y lo malo?
Nunca sabremos
con exactitud qué tan malo es, qué tanta información tienen y mucho menos con
quien la comparten. Son gigantes de la tecnología que tienen una capacidad de
almacenamiento inconcebible, las fotos de casi todo el mundo se pueden reunir
en un mismo lugar y a la vez en ningún lugar específico. Suena contradictorio
pero así es como funciona. Entramos a Instagram y podemos elegir si ser
públicos o privados cuando en realidad ya renunciamos a la privacidad cuando
creamos una cuenta y pulsamos en el botón de aceptar cuando nos preguntó si
permitíamos el acceso a toda nuestra biblioteca y quien sabe a qué más. Ni
siquiera hay un límite conocido de qué tanto tienen estas plataformas de
nosotros ni sabemos en qué momento la obtienen.
La invitación
está, en retarnos a nosotros mismos bajo la pregunta mencionada anteriormente: ¿qué
tan competentes informacionales somos? Y qué tanto estamos haciendo por mejorar
estas competencias. Es un reto a ir más allá para no solo ser capaz de analizar
y criticar sino finalmente proponer: crear. Ahí está la clave para no morir en
medio de tanta competencia.
“(...)
Pero entre más atrapados estamos por el mundo más difícil nos es atraparlo. En
la época de las telecomunicaciones, de la información, de la Internet, estamos
sumergidos por la complejidad del mundo y las innumerables informaciones sobre
el mundo ahogan nuestras posibilidades de inteligibilidad”.
–Edgar Morin,
filósofo y sociólogo francés
*Tomado de: “Los jóvenes estudiantes y el uso de las TIC en
la investigación educativa” de López Gónzales, Rocío. Disponible en: https://books.google.com.co/books?id=suuODwAAQBAJ&pg=PA81&lpg=PA81&dq=