Tuesday, July 30, 2019

Reflexión tema semanal información y los gigantes de la tecnología


María José Ospina López
Universidad Javeriana
Información y Documentación
Martes y Jueves 4-6 p.m

Reflexión tema semanal

Creemos saberlo todo, entenderlo todo. Leemos un texto y lo hacemos a medias confiados de que así igual podremos dar cuenta de lo que leímos y entender los conceptos ahí expuestos. Somos perezosos y quizá eso es algo que hemos derivado de internet, de Google, de la necesidad de inmediatez. Para que leernos un documento de 20 páginas cuando podemos leer la idea principal en dos párrafos de Wikipedia. Nos acostumbramos a lo rápido, a lo corto, a lo que está ahí “por encimita”. Al menos me atrevo a hablar de la mayoría.

Hasta que llegamos a un punto donde lo inmediato no es suficiente, donde necesitamos información de calidad, fuentes confiables, conceptos bien desarrollados. Nos damos cuenta que la calidad es lo que hará la diferencia, nos hará mejores y diferenciará nuestros trabajos del de los demás. Comenzamos a hacer parte de un mundo donde la competencia es cada vez mayor y la necesidad de resaltar se vuelve obligatoria. En un mundo lleno de oportunidades, gracias al internet, ya no basta con saber dos idiomas, tener un pregrado y ser medianamente “avispado” para conseguir un buen puesto, se necesita mucho más.

Así las cosas, suena lógico entender los niveles de la información para así entender el nivel que se requiere hoy en día, dentro de las muchas otras cosas necesarias. Comenzamos con lo litera, lo explícito, lo que esta textual ahí. Seguimos con la inferencia, abarcando ahora lo implícito que requiere asumir, extraer y derivar. A este nivel le sigue el intertextual donde ya hay una conexión entre textos, teorías y autores. Llegando así al último nivel Analíticos/Críticos/Propositivos donde es necesaria cierta autonomía en el aprendizaje para poder ir más allá y ser capaces de crear con esa información que tengo a mi alcance.

Ahora la cuestión está en ¿qué tan competentes informacionales somos? ¿qué hacemos con la información que tenemos? Nuestra responsabilidad está en el último nivel, como profesionales ser convierte en una necesidad ser capaz de proponer a partir de una posición crítica lo que sea que se este analizando. La pregunta es: ¿podremos llegar a esto a partir del primer link? ¿alcanzaremos este nivel con lo obvio, lo que está en la primera página? Yo creería que no hay posibilidad.

En este punto, es importante entender esta competencia informacional del lado de la tecnología, no solo desde el ámbito académico y profesional como lo veníamos haciendo sino también desde un lado más personal y cotidiano. Plataformas como Google, Icloud y Facebook hacen parte de nuestra realidad permanentemente. Ahí lo tenemos todo, lo que ya existe (fotos y archivos), lo que estamos buscando (todo tipo de información) y a partir de estos surge la posibilidad de crear cosas nuevas (no hay límites para la creación). Todo lo bueno, pero…. ¿y lo malo?

Nunca sabremos con exactitud qué tan malo es, qué tanta información tienen y mucho menos con quien la comparten. Son gigantes de la tecnología que tienen una capacidad de almacenamiento inconcebible, las fotos de casi todo el mundo se pueden reunir en un mismo lugar y a la vez en ningún lugar específico. Suena contradictorio pero así es como funciona. Entramos a Instagram y podemos elegir si ser públicos o privados cuando en realidad ya renunciamos a la privacidad cuando creamos una cuenta y pulsamos en el botón de aceptar cuando nos preguntó si permitíamos el acceso a toda nuestra biblioteca y quien sabe a qué más. Ni siquiera hay un límite conocido de qué tanto tienen estas plataformas de nosotros ni sabemos en qué momento la obtienen.

La invitación está, en retarnos a nosotros mismos bajo la pregunta mencionada anteriormente: ¿qué tan competentes informacionales somos? Y qué tanto estamos haciendo por mejorar estas competencias. Es un reto a ir más allá para no solo ser capaz de analizar y criticar sino finalmente proponer: crear. Ahí está la clave para no morir en medio de tanta competencia.

“(...) Pero entre más atrapados estamos por el mundo más difícil nos es atraparlo. En la época de las telecomunicaciones, de la información, de la Internet, estamos sumergidos por la complejidad del mundo y las innumerables informaciones sobre el mundo ahogan nuestras posibilidades de inteligibilidad”. 
                                       –Edgar Morin, filósofo y sociólogo francés 

*Tomado de: “Los jóvenes estudiantes y el uso de las TIC en la investigación educativa” de López Gónzales, Rocío. Disponible en: https://books.google.com.co/books?id=suuODwAAQBAJ&pg=PA81&lpg=PA81&dq=








Tuesday, July 23, 2019

Semana 1


María José Ospina López
Pontificia Universidad Javeriana
Asignatura Información y Documentación
Martes y Jueves 4-6 p.m

Reflexión tema semanal
¿Nativos digitales?

Sentarse a reflexionar acerca de la tecnología y la información parece una tarea fácil, aunque este muy lejos de serlo. A pesar de que son palabras utilizadas todos los días y las cuales hacen parte de nuestra realidad, muchas veces no podemos definirlas de una sola manera y la tarea se vuelve cada vez más difícil dada su constante transformación. Teniendo en cuenta lo anterior, suena lógico pensar “Información y documentación” como una materia gratamente interesante, sobretodo cuando te das cuenta que va más allá de enseñarte cómo buscar en una base de datos o cómo hacer un resumen. Inclusive nisiquiera cuando se muestra el plan de clases se llega a pensar en los temas dados a tratar y a discutir en las clases. Terminar el día hablando de cómo tu último “tuit” puede costarte tu futuro trabajo, no es algo esperado aunque absolutamente enriquecedor. Se nos olvida qué estamos arriesgando de acuerdo a la manera en la cual usamos ciertas plataformas.

Pero no todo está en los riesgos, y eso es algo que aprendemos con cada una de las lecturas. Mientras vamos leyendo, vamos entendiendo cómo no solo ignoramos la tecnología como riesgo sino también como recurso. Creemos conocerla y dominarla mucho más de lo que en realidad lo hacemos, sobretodo en torno a la educación (el tema de interés en estas primeras lecturas). Nos llamamos “nativos digitales” por el hecho de nacer en una era donde todo evoluciona alrededor de internet pero dejamos de lado la competencia cognitiva e informacional para saber utilizar esa información a la cual nos vemos expuestos día a día. Hay una brecha digital cuya superación se hace necesaria para la construcción social de conocimiento, donde todos podamos aportar a nuestra realidad social vigente. Nos hace falta aprender de lo digital.

Encontramos muchos conceptos para definirnos y es un hecho nuestra afinidad por lo tecnológico, pero la cuestión está en qué tanto las conocemos y qué tanto las utilizamos cuando de educación se trata. Hay múltiples teorías por cuestionar, hay suposiciones que quedan por comprobar. ¿Acaso por ser nativos digitales no necesitamos ser formados en lo digital? ¿Será posible una generación de autoeducadores? ¿Basta con tener cierta sensibilidad con lo digital para comprenderlo? Son preguntas poco comunes en nuestra cotidianidad y las cuales explican ciertas lógicas sociales vigentes.

A veces es más fácil saltar a conclusiones acerca de suposiciones aparentemente obvias que encontrar relaciones reales y vigentes entre lo expuesto. El hecho de tener mejor disposición para manipular la tecnología no nos hace más hábiles en cuanto a la academia. Lo digital también debe ser estudiado y entrenado, independientemente si los fines son académicos o sociales. El problema está, en la sociedad actual, la de la inmediatez, donde buscamos una respuesta fácil e inmediata, donde la respuesta de la pregunta que ingresamos a Google la mayoría de veces se da en el primer link mostrado. Nos conformamos con facilidad y muchas veces por eso sacrificamos la calidad de los resultados.

Ahora bien, la falta de responsabilidad no se da exclusivamente desde la educación, como ya se mencionó anteriormente. Aquí también entran a jugar las redes sociales como el principal mecanismo de enganche en la actualidad en cuanto a los jóvenes y la web. Ahora nuestros sistemas de interacción social se encuentran trasladados a la tecnología, a la máquina. Y es así como cada vez le damos más y más a lo digital perdiendo el control de lo entregado. Surge una relación de poder desconocida donde sin duda alguna ganaría lo digital. Es interesante pensar, como lo hicimos en un debate de clase, qué tanto conocemos de las redes sociales usadas todos los días, cuántas personas se toman el trabajo de leer los términos y condiciones que aceptamos una vez ingresamos a las mismas, ¿somos conscientes de estar entregando toda nuestra información a un programa?

La idea aquí, no es satanizar los medios ni la tecnología, está lejos de eso. Se trata de ser conscientes de lo que estamos haciendo, compartiendo y buscando. Al fin y al cabo es un mundo vigente aparentemente imposible de frenar. El cambio está, en aprender de él para de esta manera no perder el control absoluto del mismo. Saber que si vamos a autopublicar un libro debemos tener el doble de cuidado que cuando pasa por una editorial porque se trata de un contenido donde cada uno es su propio filtro, y el cual una vez esté en la web no podrá ser eliminado por completo de ahí. En un segundo alguien más lo pudo copiar y pegar o replicar, si no es que entre los términos y condiciones de la plataforma no estaba estipulado que al publicarlo el contenido comienza a ser propiedad de ellos.

Es por esto que la invitación está en conocer los medios que usamos y ser cuidadosos con todo lo que compartimos día a día, no es lo mismo borrar una foto de Facebook a borrarla permanentemente de la web, no tendría coherencia ser atea y reprochar a Dios en todas tus redes sociales para luego aplicar a un trabajo en una iglesia. La información cada vez se hace más pública en la red y en muchas ocasiones la sostenibilidad de los medios se deriva en el intercambio de información que estos le permiten, información que tu (sin ser consciente de eso) les “regalaste” en un solo click.

Ojalá nunca se nos olvide que detrás de cada pantalla hay una persona real, que cada comentario y cada like puede ser rastreado. Internet no puede ser utilizado con una máscara donde creamos un mundo virtual ajeno al real. Compartamos unicamente aquello en lo que creemos y de lo que estamos seguros, seamos coherente. No perdamos la formalidad en los correos de la empresa o la universidad, que nunca se nos olvide la netiqueta. Algo tan simple como la firma al final de un correo electrónico puede cambiar toda una percepción ajena. No confundamos el jefe con un amigo solo por tenerlo en Whatsapp.  Cuidemos nuestras relaciones sociales y dejemos de trasladarlas cada vez más a lo virtual. Apropiémonos de la información, busquemos a fondo y no nos conformemos con el primer link (que muchas veces es Wikipedia). Volvamos lo digital una responsabilidad de todos.